como decía en el famoso tango de Carlos Gardel, veinte años no es nada ......que febril la mirada. Pues bien, la calentura tuvo que ser de cojones para embarcarnos en la que iba a ser la mayor aventura de nuestras vidas.
Hoy que publico este blog 27 de julio de 2.015, hace exactamente 20 años del mayor viaje que he realizado jamás.
Rallye Paris-Dakar, esa era nuestra pretensión. Si bien no partimos de Paris, lo compensamos en kilómetros adentrándonos mucho más por tierras africanas.
Hoy que publico este blog 27 de julio de 2.015, hace exactamente 20 años del mayor viaje que he realizado jamás.
Rallye Paris-Dakar, esa era nuestra pretensión. Si bien no partimos de Paris, lo compensamos en kilómetros adentrándonos mucho más por tierras africanas.
Enero de 1995, por una de las carambolas
del azar, nos hicimos con un Land Rover de 17 años de antigüedad, en un estado
más que lamentable.La definición de desvencijado sería el fiel
reflejo de su anatomía.Durante 6 meses, lo reparamos y maqueamos
hasta dejarlo irreconocible.
Carretera general en Senegal |
Pintamos nosotros mismo el coche y el
padre de mi amigo el garaje de su chalet, ya que, se lo
dejamos del mismo color que el coche. Durante 6 meses destinamos todos
nuestros recursos y tiempo a nuestra empresa.
Para concluir, lo vestimos con unas cortinas de vivos estampados étnicos.
Colocamos tres pegatinas todas con la silueta
África, una en el capó y dos en ambas puertas con los colores rastafaris.
Llamamos la expedición “ RETURN TO AFRICA “.
Llamamos la expedición “ RETURN TO AFRICA “.
Y llegó el gran día, 27 de julio.
Iniciamos la mayor aventura de nuestras
vidas, con más ilusión que conocimiento, más temeridad que
consciencia,más voluntad que recursos.
Ese día que tengo grabado en mi memoria,
dejamos atrás Málaga. Y a nuestras familias con un nudo en el estómago.
Primera parada, Agadir. Camping a la
entrada de la ciudad, era tal el follón que teníamos que para sacar
un tetra bric de leche, tuvimos que desmontar medio coche.
Y primera avería importante, problema eléctrico.
Nuestro itinerario por Marruecos discurría
en paralelo al mar. Tampoco es que hubiera muchas más alternativas. Carreteras de mucho tráfico en las inmediaciones de las ciudades, desiertas el
resto del tiempo.
En la provincia de Tarfaya, antigua Cabo
Juby en la época colonial española, avería más seria, nuestros
frenos….. ¡ no frenaban ! , unido eso a la gran holgura de la dirección, convertían
a nuestro flamante Land Rover color Camel Trophy en una ruleta rusa.
Cambiamos los latigillos de frenos y todo lo que se le ocurrió al mecánico de turno.
Y aquello seguía sin frenar, pero ese nimio contratiempo no iba a poder con nuestra moral. Así que proseguimos.
Poco a poco, seguimos avanzando. Lo de
poco a poco, era literal, ya que nuestro rocinante, alcanzaba la friolera velocidad
punta de 80 Km/ h.
Así transcurrieron los primeros días, las
primeras semanas conduciendo de sol a sol sin descanso pero con la mayor
ilusión del mundo.
Llegamos a las puertas del desierto.
Región de El Aaiún, antigua capital del protectorado
español hasta 1975, y cuyo significado en árabe significa
ciudad de las fuentes o manantiales.
Nos precedía un camión cisterna cargado de
combustible, mi amigo JSH al volante. Los frenos, se quedaron sin presión, por
más que pisaba éstos no respondían y el camión se nos hacía cada vez más
grande, más grande, hasta que llegamos a leer la letra pequeña de
las pegatinas.
En un acto reflejo dimos un
volantazo y nos encaramamos en una duna de arena, nos hincamos hasta
los tornillos. Los físicos llaman a esto la fuerza de la inercia,
nosotros los putos frenos.
Y como habíamos colocado todo el material
de forma óptima, sólo tuvimos que desmontar la otra mitad del coche para sacar
las planchas de metal y desenterramos.
Resultó que en vez de colocarla en un
lugar accesible, la habíamos colocado debajo de todo el material e incluso debajo de las ruedas
de repuesto. Al cabo de media hora, aquello parecía un mercado ambulante, sólo con nuestros enseres esparcidos entre la arena.
Una chiquillada revoloteaba alrededor del
coche y de todas nuestras cosas. Más ilusión que organización.
Carretera del sur de Marruecos |
Finales de julio. Sol de justicia. Nos empleamos a fondo durante más de tres horas. Y nada. Imposible sacarlo por nuestros medios. Entonces apareció el buen samaritano de todos los viajes, nos remolcó con unas eslingas que llevábamos y nuestras ruedas pisaron de nuevo el asfalto.
Al arrancar de nuevo JSH al volante, él se percato de algo raro y por el retrovisor vio a lo lejos a unos de los chiquillos desenterrar
algo. Picaresca allá donde fueres.
Hicimos un breve recuento y nos dimos
cuenta de que faltaba el zoom de una Canon que nos habían dejado con la promesa de
cuidarla. La primera en la frente.
Vaya putada, pensé. Creo que de ahí me
viene mi afición por la fotografía. En la dificultad encuentro mi razón de ser.
En pleno desierto, en la lejanía se
divisaban unas cuantas “jaimas” o lo que parecía ser un pequeño
asentamiento de unos nómadas. Sin pensarlo, dije..... ¡ espérame aquí !
Camine unos 3 km , llegué a las 5 o 6 tiendas que componían todo el poblamiento. Se me acercó una mujer de mediana edad. Creo que el susto se lo llevo ella, hablé con ella en árabe, y le expliqué lo que había sucedido, el caso, es que me invitó a entrar en su humilde pero digna vivienda.
Al niño le debieron de dar la del pulpo. Y a
mí, nuestro Zoom.
Regresé. JSH se echaba las manos a la
cabeza. Yo me sentía como si hubiera escalado el Evesrest. Henchido
de alegría.
LLegamos a Dakhla, cuyo
significado en árabe es “el interior” aunque se encuentra en la
península de Rio de Oro, antigua Villa Cisnero. Ahora empezaba lo desconocido,
las tierras ignotas para nosotros. Era el último punto antes de
entrar de lleno en el Sahara.
Dakhla, era en aquella época, una
especie de retén. A partir de ahora, estábamos a expensas de
los militares, ellos debían escoltarnos por territorio hostil, más aún cuando
la frontera entre Marruecos y Mauritania estaba oficialmente
cerrada.
El convoy militar sólo salía dos veces por
semana los martes y los viernes, así que, esos días intermedios lo dedicamos a
reponer fuerza y conocer a la gente que se iba agrupando a la espera de ser escoltados por los militares.
Allí conocimos al menudo pero gran “ Guy
“, un belga en un mercedes Unimog verde. Éste se había tomado un año
sabático e iba a Tanzania. También encontramos a un grupo de médicos franceses
y enfermeras de muy buen ver, que iban en cuatros Renault 4L pintados de color
celeste. Pretendían ir a Mauritania a donar medicamentos a los pueblos
polvorientos del interior. País con un 90% de su superficie de
desierto.
Mismo convoy, mismo dia |
También, iban dos alemanes en un mercedes antiquísimo en el asiento trasero habían colocado un bidón enorme con un doble fondo repleto de botellas de whisky.
Dos motoristas franceses y novatos, pero con mucha voluntad, emulando a la famosa carrera de motos.
Otro francés con toda la familia y perro, habían comprado una partida de camiones de la OTAN y llevaban el primero al
Chad.
Y el inigualable e inefable Stefano, un
italiano con un carisma y un corazón enorme, pocas veces he
encontrado en mi vida a una persona como ese tío.
Sólo por conocer a toda esta gente,
mereció la pena el viaje.
Rescatando al coche de los alemanes |
Durante 3 días hicimos el viaje desierto a
través, toda ésta trupe y algunos más. Íbamos todos a una. Cada vez
que se atascaba un coche, moto o camión sin decir nada, por una de las leyes del desierto, salíamos todos los
demás de los vehículos a desenterrar y rescatar al de turno.
Solidaridad en
estado puro.
Conducíamos desde el amanecer hasta el
atardecer la temperatura dentro del vehículo era de 45 grados (Titulo de nuestro blog). El calor, nunca
hizo mella en nuestro ánimo.
A la puesta de sol, colocábamos los
vehículos en una especie de círculo perfecto. A nuestro alrededor 360
grados de nada. Sólo arena.
El espectáculo más grandioso que han vistos mis ojos.
El espectáculo más grandioso que han vistos mis ojos.
Parte de los que formamos el convoy |
En medio una fogata. Unos ponía los tomates, otro el atún, otro la pimienta, otros arrimaban el pan, el alcohol como todas las noches corría a cargo de los alemanes. Entre todos hacíamos todo.
Esas cenas hasta el día de hoy, han
alimentado mi alma.
Una pequeña parada del convoy |
Lo que parecía que iba a ser un
paseo se convirtió en la situación más peligrosa del viaje. La carretera por
llamarla de alguna manera, era una simple franja de escasos 3 metros de ancho
de alquitrán que aparecía y desaparecía, otras desaparecía y no aparecía más invadida
por las arenas del desierto.
La señalización, o mejor dicho, lo que
hubo algún día si es que hubo algo, eran unas balizas a modo de piedras. La
carretera se intuía más que otra cosa.
El convoy se alargaba, nos deteníamos, nos reagrupábamos y proseguíamos.
En un tramo, las balizas, estaban
dispuestas como si un trilero hubiera jugado con ellas.
Yo encabezaba el convoy. Erré el sendero correcto, los demás me seguían, nos
detuvimos, esperamos una, dos, tres horas y no llegaba nadie.
Comprendimos que el convoy se había roto.
Tardamos más de lo previsto y llegamos a
la lengua de tierra que forma la ciudad de Nouadibou.
Nada más vernos Stefano nos dio un abrazo,
un gendarme les dijo al resto del convoy que llegó antes que nosotros, que
habíamos cogido la ruta de los traficantes y que toda esa franja de desierto….
¡¡¡ estaba minada !!! ……estaban aguardando oír una explosión para ir
a buscarnos.
Al salir de la ciudad, los gendarmes nos
exigieron una pequeña cantidad de dinero, ya que alegaban, que habíamos entrado
en el país de forma ilegal.
Apuntaron la matrícula de los coches y
nuestros pasaportes en un folio en blanco.
Pagamos, y el jefe, se volvió a acostar en
su camastro.
El tren más largo del mundo |
Camino de la capital. Lo
mejor de la carretera entre Nouadibouh y Nouakchot,
era que no había carretera.
El recorrido discurría entre
las dunas del desierto por un lado y el océano Atlántico por otro. La carretera era la arena mojada y dura de la playa en marea
baja.
Conducir por la arena ,
es la sensación más grande de libertad que he sentido jamás.UN
ESPECTACULO.
Esa zona es conocida como “ le banc
D´argan” , una región ornitológica de primer orden, nos
contaban que en época de migración al paso de los coches, las aves crean una
especie de túnel al levantar el vuelo. La sensación debió ser inolvidable.
Barco encallado, hay centenares en las costa mauritanas |
En Nouakchot, al segundo día nos dimos cuenta que no había un sólo semáforo que funcionara, era y sigue siendo un país tan pobre que no tienen ni para bombillas.
En el mercado “cinquiéme “
fuimos a la zona de las telas. Compramos varios metros de
las más chillonas, se la llevamos al sastre y en menos de dos
horas, salimos con nuestros resplandecientes pantalones
de vivos colores tan elegantes como los
nobles de la étnica Wolof.
de vivos colores tan elegantes como los
nobles de la étnica Wolof.
Sastre confeccionando nuestros pantalones |
Moneda al aire. Yo cruz, JSH cara. Las dos veces salió cara. Ni pinté de blanco el coche, ni nos dirigimos a Casamance ( sur de Senegal) sino a Malí. Así dirimíamos, nuestras diferencias.
En apariencia inerte, vacuo, vacío, yermo, deshabitado. La vida se presenta como sin querer molestar, sutil, escurridiza, frágil.
En apariencia estático, inmóvil,
inalterable. Sin embargo, cada día, cada hora, cada segundo su
fisonomía se altera, se deforma, se descompone.
De días brillantes, luminosos y
abrasadores a noches frías, heladoras, intensas y como única guía el
firmamento.
Casi siempre silente, imponente, a veces
irreal y de quietud sobrecogedora. De repente furioso, colérico,
tempestuoso, como si quisiera con su aullido casi animal
mostrarnos un lamento, un sufrimiento, una queja.
Diáfano, abierto, libre en apariencia, sin querer te cautiva, te atrapa, te embruja, te obliga a volver.
Así es el desierto.
A la frontera de Senegal, llegamos a las
18.30 H, el agente de aduana con cara circunspecta nos comunica que la frontera
cierra a las 18.00 h. Hasta el día de hoy, no he visto cosa
igual en mi vida y he recorrido ya varias decenas de países. Frontera con
horario de oficina. Stefano, vuelve al coche y saca unas cuantas camisetas
y otras “ ofrendas “ para estos menesteres.
La oficina se volvió a abrir.
Ya en Senegal, la inercia nos llevó a
Saint Louis, primera ciudad fundada por los europeos, y capital de
África Occidental hasta 1902. Los oriundos de esta ciudad, esgrimen
con orgullo y algo de altivez ser hijos de una ciudad mítica y
de relevancia histórica.
La entrada en esa ciudad, fue bastante
accidentada, Stefano que ya había estado por esos andurriales, había
quedado con un personaje salido del film los piratas del Caribe.
Se presentó con un “ jeep Willis
“ típico de las pelis de guerra protagonizada por Jhon Wayne. Un tipo alto,
fornido y del color de su tribu. Para más inri, la noche era cerrada.
Le seguimos.
Nos llevó por tierras pantanosas, el
agua entrando por todos lados, el motor revolucionado para no
ahogarlo. A pesar de ir en 4x4, nuestros vehículos no avanzaban, todo oscuro
sin ninguna luz como guía. A la mañana siguiente se nos desveló el misterio.
Resulta que la ciudad vieja de Saint
Louis, se encuentra en una lengua de arena
denominada “Langue de Barbarie “es una
franja de apenas 2 Km de largo y sólo 400 metros de ancho. A un lado el
rio Senegal y al otro el océano Atlántico.
Senegal lo recorrimos a lo largo y a lo ancho. Al sur nos topamos con Gambia, país que visitaríamos años más tarde. Nuestro destino y la moneda al aire nos llevó al Este.
En Senegal abandonamos las
tierras arenosas del desierto y nos adentramos en la sabana, acacias en
abundancia. Aparecieron los primeros Baobabs. También campos con profusión de
mangos, de ésta fruta saciamos nuestra sed al principio, luego nos
saturamos.
En medio de una plantación, cerca árboles de mango |
La carretera general camino de Malí, bueno
el término carretera es muy generoso, es una pista con boquetes como el cráter
del ngorongoro, boquetes que no se conoce su profundidad, a las pocos días de
lluvia éstas se convierten impracticable y la noción del tiempo
entonces pierde su significado.
Nuestro valiente Land Rover, tenía más
agua dentro del habitáculo que fuera, las puertas como era de esperar no
encajaban del todo, así que, cada bache que pillábamos entraba un poco más de
agua. A los pocos días, el limpiaparabrisas, también dijo que él no
estaba para esos trotes y se partió.
A esto los frenos, seguían en su tónica. Y para rematar la faena la correa del alternador se partió. No pasa nada, nos dijimos, tenemos repuestos. Teníamos todas las medidas, menos la que se partió. JSH con un “ pulpo “ y un alambre hizo una correa a medida, el viaje en su totalidad era improvisación.
A esto los frenos, seguían en su tónica. Y para rematar la faena la correa del alternador se partió. No pasa nada, nos dijimos, tenemos repuestos. Teníamos todas las medidas, menos la que se partió. JSH con un “ pulpo “ y un alambre hizo una correa a medida, el viaje en su totalidad era improvisación.
Salimos del apuro, como siempre.
Seguimos nuestro camino. Frontera de Malí,
estos países se deben de llevar muy bien. El concepto en la UE de eliminación
de fronteras, para mí, que se inspiraron en Senegal
y Mali. El caso es que llegamos a un pueblecito y nos
dijeron que era ya Malí, tuvimos que buscar nosotros mismo el puesto de control
de fronteras , estaba camuflado en una especie de vivienda con su preceptivo
techo de hojalata , paredes desconchadas y mugrientas. Nos presentamos y
charlamos animosamente con esta agradable gente. Sellamos los pasaportes.
El coche no daba más de sí. A grandes
males, grandes remedios.
Pleno desierto |
La negociación se llevó a cabo en un viejo
hangar de neumáticos de todos los tamaños.
Sentados nosotros a un lado de un viejo
escritorio, en el lado opuesto el comprador, a su derecha y parte interior del
hangar el intermediario y testigo, la parte izquierda libre.
Todo ello a escasos metros de la puerta de entrada. En dicha entrada y colocado
de forma transversal a la misma, un tronco de un árbol
centenario por su apariencia y volumen, éste lo ocupaba un
número indeterminado de personas de todas las edades que seguían con inusitado interés
el espectáculo cual final de la Champion league.
Cosas de África y de africanos.
30.000 francos franceses nosotros, 11.000
francos ellos. 28.000 nosotros, 13.000 ellos. Así unas cuantas horas. La clave
de una negociación y de todo en general en África es la paciencia. Lo que no
sabían ellos es que nosotros también somos africanos. Así que quedamos en tabla
20.000 francos franceses, el equivalente a 3.000 €.
Calle donde vendimos el Land Rover |
Se redactó un contrato, cuyo
encabezamiento rezaba, je Soussigne moi le vendeur……., y rubricado por dos
testigos, pero no todo estaba hecho.
El comprador nos entregó,
efectivamente los 20.000 FF, pero en CFA la moneda local, aquello
abultaba más que la maleta de Alfredo Landa, cuando
emigró a Alemania.
Unas cuantas horas más a base de té
mientras el tipo convertía los CFAS en FF.
Salimos como motos debido a la teína.
Le entregamos el coche y mil cosas más que
el comprador no esperaba, repuestos, colchón, nevera, bidones, etc. Nosotros
cargamos con el resto, otra montaña de cosas, es
increíble lo que entra en un coche a presión.
Nos dirigimos a la estación de tren en la
ciudad de Kaye. Nos precedía el nuevo y legítimo dueño del Land
Rover. Descargamos los bártulos, otra chiquillada revoloteaba a nuestro
alrededor, más de uno se llevó algún que otro regalo. La situación
era peligrosa, todo el pueblo estaba al corriente de la transacción y de que
disponíamos de efectivo contante y sonante.
La jugada nos salió redonda, en menos de
una hora, partía un tren dirección a la
capital Bamako. Nada habíamos planeado ni
premeditado, ni tampoco teníamos plan B. Otra
ley en África es," atrinca " la pasta y sal por patas.
Kaye-Bamako 12 horas de trayecto en tren, gente durmiendo en los pasillos, parada en todos los pueblecitos, muchas de estas localidades sobreviven gracias a la venta de productos desde los apeaderos y a través de las ventanillas del tren.
Hotel de l´amitie, a la entrada de Bamako |
Algunos días en Bamako, ciudad bulliciosa
como la mayoría de África, comimos en un restaurante regentado por unos
libaneses, en él se congregaba los pocos blancos residentes y algún que otro turista desnortado. Siempre me han encantado estos lugares, son
parte de la historia de una época maravillosa para unos y no tanto para
otros. Hablo evidentemente, de la época colonial.
Alquilamos un Peugeot 505 azul, con
dirección asistida y........ ¡¡frenos que frenaban!!, nos sentimos los reyes del asfalto.
El destino nos llevó a las aguas desbordadas del río Bani, afluente del rio
Niger, en esta época del año las lluvias convierten a la pequeña población de
Djenne en casi un islote.
Una barcaza de ancha panza, iba
tragándose sin descanso animales de todo pelaje, carros, carretas, motos, y
mercaderes de todas las etnias Bambara, Songhais, Peul, Tuareg, Fulami, y
algún que otro turista . Esa barcaza decrepita con resto
de varias capas de pintura en su armazón y de motor indolente, nos
remolcó hasta la otra orilla a paso lento pero seguro.
Mercado de D´jenne. |
Era lunes, día de mercado en Djenne. Al abrigo de su majestuosa mezquita, obra cumbre de la arquitectura sudanesa-saheliana, se extiende uno de los mercados más singulares y colorido de todo el África Subsahariana.
En él se concentran mercaderes venidos con sus pinazas de todas las aldeas de la región, allí todo se vende y todo se compra, animales vivos, verduras, pescado seco, ahumado, telas, joyas labradas a mano, objetos de artesanía, oro, plata, reliquias familiares, pero también se forjan otros tratos menos tangibles, como casamientos y alianzas familiares.
Con nuestro Peugeot 505, con aire acondicionado, dirección asistida y suspensión blanda hubiésemos podido haber ido a Ciudad del Cabo y volver a Alejandría casi sin bajarnos, pero nuestro destino y la " chora " de JSH con la monedita, nos llevó al País Dogón.
Retrocedimos varios siglos de repente, el País Dogón, se encuentra al Sureste de Malí, su territorio lo forma una falla de unos 150 Km de longitud y un desnivel de casi 300 metros, allí el tiempo se detuvo hace muchos siglos.
Este lugar, es sin duda uno de los pueblos más misterioso de todo África, su aislamiento durante siglos los ha convertido en una reliquia antropológica.
Pueblo Dogón |
Cascada en la falla de Bandiagara |
En cuanto al idiomas nos contaban que existen muchos dialectos del mismo idioma, no llegándose a entender unas poblaciones con otras, dos de los más antiguos son el dyamsay y el tombo, siendo éste último utilizado generalmente para las oraciones tradicionales y cánticos rituales
También existe una lengua secreta para los rituales, es el sigui, que es enseñada por los dignatarios (olubaru) de la sociedad de las máscaras durante la ceremonia de la entronización. Las mujeres no tienen derecho a aprender el Sigui So.
Otra curiosidad de este pueblo es la llamada casa de la menstruación, es una edificación de menor calidad destinada a las mujeres con el periodo, éstas se autoexcluyen durante 5 días al considerarse impuras.
Este lugar, se piensa que posee algún tipo de simbología reproductiva, ya que, éstas cabañas son fácilmente identificable por los hombres que trabajan en el campo y en ellas sólo puede haber mujeres no embarazadas. A buen entendedor.
Nuestro guía, un hombre de mediana edad y andar pausado, nos adentró por las callejuelas de tierra, sewa, sewa, sewa, con cada vecino que nos cruzábamos, menos mal que nuestra “ relación contractual” no recogía el pago por horas.
Nuestro guía |
Descendimos la falla, el sol caía a plomo, nuestras provisiones de agua era una simple cantimplora de unos 500 cc del liquido elemento, al doblar la segunda choza no nos quedaba ni una gota de agua. Más ilusión que logística.
Al cabo de tres horas estábamos a punto de deshidratarnos. El guía a su ritmo. Nosotros que habíamos empezado eufóricos no podíamos ni con nuestra alma, al cabo de un rato divisamos una cascada, y allá que nos zambullimos. Nos miramos y sin pensarlo bebimos de ese agua, evidentemente no llevábamos las pastillas potabilizadoras, las habíamos vendido con el coche. Nuestro ángel de la guarda trabajaba a destajo. Más ilusión que cabeza.
Rellenamos nuestra mierda de cantimplora con agua de la cascada y emprendimos la ascensión. Al volver nos adentrarnos en unos de los poblados que atravesamos, una buena mujer salió a nuestro encuentro, en un cuenco hecho de calabaza había preparado un brebaje hecho de cebada, era cerveza local. Aquello debía de estar como mínimo a 55 grados, era evidente que no podíamos hacerle el feo a aquella buena mujer, así que, nos encomendamos otra vez al de arriba y nos bebimos aquel mejunje alcohólico, espeso y caliente.
De sabor infecto. Pero con el cariño y
afecto que nos lo ofreció esta humilde mujer lo recuerdo
como si nos los hubiera preparado un chef con tres estrellas Michelin.
Hay situaciones, que se quedan grabadas en la memoria de forma indeleble para siempre.
Cuando realizamos ese viaje, ya era consciente de que era único, irrepetible, enorme, hoy 20 años después de aquella hazaña, me reafirmo de que es lo más grande que he hecho en mi vida.
Hay situaciones, que se quedan grabadas en la memoria de forma indeleble para siempre.
Cuando realizamos ese viaje, ya era consciente de que era único, irrepetible, enorme, hoy 20 años después de aquella hazaña, me reafirmo de que es lo más grande que he hecho en mi vida.
Moliendo el mijo |
Los boquetes eran como ollas express, la nube de polvo que levantaba aquello era para que nos hubiesen fusilado en la plaza del pueblo en un juicio sumarísimo. Gracias a Dios que no se nos cruzó ninguna criatura ni ninguna bestia, mejor dicho, menos mal que la bestia no pillo a nadie.
Nuestro ángel de la guarda debía de estar hasta los cojones de nosotros.
La elegancia de la mujer africana |
El coche se lo devolvimos hecho un cristo,
tuvimos que negociar la reparación del tubo de escape, lo llevamos a un taller
para que allí in situ, “ sin cita “, nos lo soldara, pagamos la
factura y nos fuimos por patas, por si salía alguna avería más.
Nuestro periplo llegaba a su fin, estábamos en Bamako, sin billete de vuelta, debíamos volver cada uno a nuestros despachos de economista a principios de septiembre, así que, nos pusimos a buscar vuelo, habían varias alternativas, Aeroflot hacía escala en Argelía, en esa época el Fis estaba hecho un cafre y había muertos todos los días, lo descartamos, en Air France no quedaban plazas , el último cartucho era Air Maroc, el avión estaba completo, pero como las oficinas en aquella época estaban en el mismo hotel, nos trajinamos a un empleado. Quitó de la reserva a un par de infelices y nos coló a nosotros. Le hicimos un regalito al buen hombre. Ley de supervivencia.
Nuestro vuelo, hacía escala en Casablanca,
no había problema mis padres aún conservaban la casa, destino final Madrid.
Al llegar a la ciudad marroquí todo correcto, recuperamos nuestro equipaje y
descasamos un día. Visitamos a nuestros amigos que aún vivían allí.
Lo bueno vendría al partir. Facturamos el equipaje, llevábamos así como 30 Kg de exceso, pagamos el
suplemento y nos dirigimos al control de pasaporte, a mí, me lo sellan sin ningún
problema pero a JSH le preguntan por el coche, le dice en un primer
momento la verdad que lo hemos vendido en Malí, el de la aduana, verifica en su
ordenador y le aparecía que aún estaba en territorio marroquí, él insiste y el
de aduana que no, que el coche no ha salido de Marruecos, en esto que JSH, se
agobia y le dice que sí que está en Casablanca, el de la aduana, se rebota y le
dice que se si se está riendo de él y por tanto que no pasa el control de pasaportes . A mí me obligan a
pasar el control, pues había sellado el pasaporte, tenía que irme. Evidentemente JSH
perdió el vuelo.
Lo hablamos un minuto, y convenimos que yo
me fuese, le doy las llaves de mi casa, y le digo que llame al consulado que
le echarán una mano, el 90% del personal de Casablanca en aquella
época y aún hoy son amigos de infancia.
Con un niño en el País Dogón |
Al llegar a Málaga dos días más tarde, en
un alarde de valor, llamo a casa de sus padres y me descuelga él.
Me comentó que en su desesperación, fue a
hablar con el director del aeropuerto, la escena cuando menos era jocosa, hilarante,
cómica.
Se presentó en el despacho de
unos 60 metros cuadrados, lo recibió el director un señor alto, elegantemente
vestido con un traje gris, la bandera roja con estrella verde presidia
la estancia, decoración sobria pero elegante con distinción,
apostura.
JSH, vestía el uniforme de gala, pantalones de colores bombachos tres tallas más grande, camiseta sin mangas, y chaleco de los de reporteros fotográficos con muchos bolsillos, en uno de ellos en la parte superior llevaba un cuchillo de cocina de pelar patatas que sólo sobresalía el mango, el calzado iba en sintonía, chanclas de goma playeras.
La escena debió de ser antológica.
Le relató los hechos, el caso es que como
habíamos salido del país por una frontera poco usual, en aquella época no estaban
informatizados, por lo que, no registraron la salida en el ordenador, entre otras cosas
porque no había tal ordenador. Hicieron una anotación manuscrita.
Todo quedó en una anécdota, le restituyeron el vuelo y llegó antes a Málaga que yo.
Después de este viaje vendrían muchos más,
Cuba, Gambía, Túnez, Argentina, Turquía, Mozambique, y por lo menos, 20 viajes
más a nuestro amado Marruecos. Todos magníficos y muy divertidos, pero ninguno
como éste, por la ilusión, la aventura, las ganas, el riesgo, lo desconocido, y el esfuerzo titánico
económicamente hablando que tuvimos que hacer.
Este relato va en honor de JSH, por las
muchas horas de carretera, horas de aeropuerto, de
charlas, por los ataques de risas que nos hemos dado, por las horas muertas en lugares miserables , por la paciencia demostrada mientras yo buscaba la mejor luz para hacer mis fotos y por los muchos riesgos que hemos corrido.
Hoy, 27 de julio de 2.015 que publico este
relato hace exactamente 20 años que emprendimos el viaje de nuestras
vidas.
¿ Sabéis cual es el titulo de la famosas canción de Carlos Gardel?
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¿ Sabéis cual es el titulo de la famosas canción de Carlos Gardel?
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J S H |
El acrónimo de JSH, responde a
Jorge Soler Heredia.
Mi amigo, mi hermano.
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